del cáncer"
“Cada año, la Defensoría del Pueblo entrega un informe sobre tutelas relacionadas con el derecho a la salud. Para el 2018 se determinó que cada 34 segundos se instaura una acción de tutela porque un ciudadano considera que le están vulnerando sus derechos por falta de atención médica”.
“Hay que reiterar que la salud no es un juego. Los pacientes no pueden seguir siendo moneda de cambio. La atención debe ser humanitaria, los pacientes no son números ni a los médicos hay que presionarlos para que lleguen a un tope como si se tratara de acumular cuotas o carpetas, en lugar de escuchar las historias de personas anhelantes de una cura o de la verdad sobre su situación”.
“Al ver los pasillos de los hospitales, recuerdo los fines de semana cuando caminaba por la Fundación Cardioinfantil para encerrarme en una habitación y someterme a las quimioterapias. El olor a limpio, a sitio sagrado en donde se gestan las luchas entre la vida y la muerte; el blanco de las paredes y los corredores agitados”.
“El principal objetivo de los funcionarios de la Defensoría del Pueblo, sobre todo de quienes hacen parte de la Defensoría Delegada para el Derecho a la Salud y Seguridad Social, es el de garantizar el derecho a la salud de los colombianos”.
“Recuerdo con cariño una campaña a la que le puse mucho esfuerzo: ‘Yo sí juego; pero no con fuego’, con el mensaje de que en Colombia no puede haber un niño, una niña, un adolescente o un adulto quemado con pólvora, porque detrás de cada caso hay una verdadera tragedia que golpea también a los familiares de las víctimas”.
“En las misiones humanitarias nos encontramos con poblaciones que tienen instalaciones para poner a funcionar un centro de salud; pero no hay médicos que los atiendan. O en otros donde había una enfermera; pero sin un sitio para ver a los enfermos”.
“Cada 4 de febrero, cuando se conmemora el Día Mundial Contra el Cáncer, hago que me quiten el cabello para donarlo o como símbolo de mi empatía y solidaridad con las personas que, como yo, hemos sufrido por esa terrible enfermedad”.
“Cuando estoy en los municipios, reunido con la gente, les digo que quisiera tener el presupuesto o poder organizar que les construyan un puesto de salud de buena calidad, cerca de sus casas, con médicos y enfermeras, equipos adecuados para las necesidades si es en el llano, en una montaña o cerca de una ciudad”.
“Grandes guerreros de la vida y ejemplo de lucha son las personas que tuve la oportunidad de conocer porque cada 28 de febrero conmemoramos el Día Mundial de las Enfermedades Huérfanas. Nuestra ayuda en la Defensoría ha sido para acompañarlos con profesionales comprometidos en sacar adelante sus procesos por falta de medicamentos o tratamientos”.
“Los días de julio de 2011 intento no traerlos al presente. Los tengo como guardados en un baúl porque fue cuando me dijeron que tenía cáncer y se volvieron tristes, dolorosos y cansados. No obstante, esa dura experiencia personal también me ha permitido ser empático cuando escucho a las personas sin servicio de salud en poblaciones lejanas o en las ciudades excluyentes”.
“En la Defensoría del Pueblo trabajamos servidores públicos que, con amor y pasión por las comunidades, entendemos sus penurias por la falta de atención médica y, como en mi caso personal, conozco además el dolor y la angustia cuando un médico dice: ‘usted tiene cáncer’”.
“Por la campaña ‘Yo sí juego; pero no con fuego’, estuve en el hospital Simón Bolívar. Me conmoví mucho. No pude evitar las lágrimas al ver a las personas afectadas por el fuego, en casos distintos a la pólvora; pero entre vendas, el olor a medicamento, el suero y los médicos, que gracias a Dios existen… a uno le llegan al alma y al corazón con su esmero”.